“Bruselas no siempre es la mala de la película”

Tal como se presenta el grupo, parece un movimiento de intelectuales “indignados” ¿Hay algo de esto detrás? ¿Cómo y por qué surge el Grupo Colmeiro?
Está de moda la indignación, muy justificada en relación con los sucesivos hechos que muestran una clase política bastante contaminada por la corrupción. A mí me da la impresión de que, en todo caso, por ser menos pesimista, en nuestro país ese fenómeno está muy ligado a la contratación pública y a la financiación de partidos. En otras latitudes está infectado todo el cuerpo del Estado. No es un consuelo, creo es un hecho objetivo. Y el Grupo Colmeiro, inserto en la sociedad, toma nota de este pasivo para la democracia y lo tendrá en cuenta en sus debates, pero no nace ligado a ninguna indignación. Surge para aglutinar a un conjunto de personas, mayoritariamente docentes e investigadoras, que ponen en común sus inquietudes y deciden organizar debates, llevar a cabo estudios y divulgar sus proposiciones y reflexiones entre la sociedad más inmediata, pero también más allá de Galicia.
La elección del nombre es toda una declaración de intenciones, pese a que no es un gallego muy conocido fuera de ciertos ámbitos, ni siquiera en su ciudad natal. ¿Por qué eligen a Manuel Colmeiro?
Porque es un intelectual situado ya en la historia, catedrático en Compostela y en Madrid, académico, dedicado a la economía política y al derecho político, perteneciente a prestigiosas sociedades internacionales, parlamentario y unas cuantas cosas más, muy relevantes en su tiempo.
La función del grupo es ejercer como “instrumento de intermediación entre los especialistas y la sociedad, al tiempo que de transmisor de inquietudes y propuestas”. ¿Cómo se va a efectuar este trabajo?
El Grupo, que está dando sus primeros pasos, funciona por áreas, que proponen temas, y también en plenario, suscitándose una jerarquía de prioridades en los asuntos a debatir o a estudiar. Por ejemplo, hemos discutido ya de un problema tan importante –y más en este momento– como la reforma de la financiación autonómica, y muy pronto debatiremos en torno a los problemas demográficos. También iniciaremos reuniones en distintos lugares de la geografía de Galicia, con los empresarios de esas zonas y con los ciudadanos en general, debatiendo en torno a problemas sectoriales y territoriales.
La situación política actual, ¿cómo afecta a la economía?
La relativa parálisis política, resultado de unas elecciones que arrojaron un mapa enrevesado, hace que el dinero, siempre con querencia a lo seguro, abandone el país o no venga en las cantidades adecuadas. Eso pasa aquí y en cualquier país que esté en puertas de un gobierno de coalición en el que pueden entrar fuerzas políticas todavía no testadas o con programas aparentemente incompatibles con las políticas europeas. Pero esa es la expresión de la voluntad democrática del país, así que todas las partes habrán de abandonar sus programas de máximos, a mi parecer.
¿Cuál es, a su modo de ver, la mejor solución a la situación en que nos encontramos?
A mi juicio, un gobierno que trate de conducir una negociación con Bruselas –que para mí no siempre es la mala de la película– y que, manteniendo los objetivos de consolidación presupuestaria, dé un cierto margen a su consecución.
Texto: Teresa Rocamonde / Fotos: Miguel Muñiz
(Extracto de la entrevista completa que se podrá leer en el número de marzo de eco)
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