"En el mundo del espectáculo, si no tienes capacidad para ver adónde se dirige, estás muerto"
Carlos, te sientes muy vinculado a Coruña pero, realmente, no viviste aquí mucho tiempo en tu infancia?
No porque yo emigré a Madrid muy joven, con 14 años. Me fui con una guitarrita y con 17 o 18 ya tenía mi empresa. Y con 21 años fundé Corral de comedias, la compañía de teatro más importante en España en los años 70. En realidad, estábamos Manolo Collado, que falleció, y yo. Y empecé a hacer teatro, Anillos para una dama de Antonio Gala, Cementerio de automóviles de Fernando Arrabal… y ya pues mi vida cambió. Pero siempre mantuve los lazos con mi madre y con Galicia.

Tu madre era de Teixeiro, nieta de un empresario importante en su sector en la época …
Si, ahora es famoso por la cárcel, pero entonces era famoso por la lechería de mi bisabuelo, La Primitiva Gallega, que es la primera que vendía productos envasados por toda Galicia. una de las sucursales estaba en Trasanquelos, que es donde está el origen familiar. Allí estaba la estación del tren, donde se subían los bidones de estaño con la leche para traerla a Coruña y distribuirla. Había una oficina que después fue una venta de lanas de mi tío Perucho, Pedro, que fue jugador del Deportivo muchos años. Y había un mesón de la mujer de mi tío Juan Tomé, que tuvo una constructora importante aquí.
Pero tu padre no era gallego. ¿Cómo se conocen tus padres?
Mi padre quedó huérfano muy pequeño y querían alistarlo para la guerra, pero su madre, mi abuela Clara, intercedió: acababa de quedar viuda y no podía perder al hijo que podía sustentar a la familia. Así que le dieron unos cursos para que pudiera trabajar y lo nombraron director de la Cadena de Prensa del Movimiento. Y de ahí lo destinaron a La Voz de Galicia. Así llegó A Coruña y conoció a mi mamá, María del Rosario Tomé Alonso, hija de una maestra que tuvo la primera (o una de las primeras) escuelas de enseñanza libre para mujeres. Murió joven y mi madre no pudo estudiar como hubiera querido, pero siempre se preocupó mucho por nuestra educación. Así se conocieron mis padres. Se casaron y tuvieron ocho hijos. Y mi madre siempre tuvo la inteligencia de hacernos unas raíces ligadas a la plaza de María Pita y a Trasanquelos.
Tu madre fue una mujer muy avanzada para la época. Era ella, por ejemplo, la que conducía…
Si, tenía un 600. Mi papá no condujo jamás. No le gustaban los coches, ni los deportes… así que fue mamá la que se encargó de aprender a conducir, algo impresionante para la época. Y veníamos de Madrid a Trasanquelos porque mi tío Juan tenía una gran finca en la que construyeron varias casas (el, mi tío Perucho, mi madre…) con canchas de tenis, piscina… y todos queríamos pasar allí el verano. Tuvo la habilidad de crear ese espacio que unió mucho a la familia.
Sin embargo, tú te defines como un francotirador.
Sí, siempre he sido un francotirador, apegado a mi madre y a algunos de mis hermanos, pero muy independiente. Yo con 22 años ya era operaba o era el encargado de 5 o 6 teatros en Madrid: el Eslava, el Teatro de la Comedia, el Barceló, que ahora es Pachá, el Lara… y empecé dirigir obras de teatro, entre ellas El día que secuestraron al Papa, que fue la que me hizo empezar a contar con un dinerito suficiente para vivir la vida.
Y ahí montaste también Anillos para una dama, que también fue esencial en tu carrera y en tu vida.
Sí, porque yo se la había ofrecido a Amparo Rivelles, que vivía en México. Su madre, María Fernanda Ladrón de Guevara, había trabajado en obras de mi padre así que la llamé y le dije que era el hijo de Jesús y que quería que hiciese esa obra, pero ella dijo que era un drama y que no. Antonio Gala también pensaba que era un drama pero José Luis Alonso, que era el director, creía que se podía hacer una comedia y así la hicimos. Y fue un exitazo. Y un día apareció por el teatro Amparo Rivelles para pedirnos que la dirigiésemos en México. Vino con una actriz famosísima, Tere Velázquez, que se acababa de divorciar de Espartaco Santoni y que después se convirtió en mi mujer, y fue uno de los motivos por los que fui a México.
¿No fue difícil tomar esa decisión que, al fin y al cabo, suponía un nuevo comienzo cuando ya disfrutabas del éxito en Madrid?
No, date cuenta de que había muchos españoles en México gracias a la generosidad del Gobierno que acogió a muchísimos exiliados: intelectuales, artistas, pintores… las cabezas más privilegiadas que existían en España se habían ido y habían fundado ya instituciones muy relevantes, como el Colegio Madrid, el Colegio de España… No hay nadie que esté en un puesto dominante en el Gobierno mexicano que no provenga de alguno de estos centros.
Pero no lo tuviste fácil, al principio, en México.
No porque los españoles no podíamos trabajar, y no me dejaron firmar la obra, así que puse a Amparo Rivelles como directora y yo me inventé un cargo: coordinador general de la dirección y de la producción. Pero enseguida empecé a producir teatro; La jaula de las locas, que ya la había hecho aquí, e infinidad de obras. Y empecé a tener un cierto éxito que se fue haciendo grande hasta el año 76, en que tuve un divorcio muy malo de Tere y perdí mis papeles por residencia.
¿Y es cuando vuelves a España?
Y me hago productor de cine. El hermano del presidente de México, manejaba el cine mexicano, que era semiestatal, me dio la idea y Jaime Rentería me ayudó a empezar a hacer coproducciones entre México y España. Pero yo solo era dueño de una parte. Hasta que en el año 78 empecé a producir por mí mismo. Hice Oro rojo con José Sacristán, y fue un éxito. Luego produce una película que dio la vuelta al mundo, Manaos, ya con un reparto grande y ganando dinero. Y tenía una obra de teatro en México, Hola Charlie, con la que hice un dineral que metía en el cine, como si fuera un casino. Empecé a producir en Argentina… hasta que a principios de los 80 vi que tenía problemas para entrar en EE. UU.
¿Problemas para distribuir allí tus películas?
Efectivamente. Dirigí El día del compadre, que fue la mayor taquilla de México de ese año, y prohibieron sacarla para EE. UU. El Gobierno controlaba la distribución a través de una compañía llamada Azteca. Fue la primera, pero hubo más. Llegué a tener tres películas paralizadas, que no podían estrenarse en Estados Unidos. Para el cine mexicano, EE. UU. es el 50 %, así que me fui para allá y abrí una distribuidora de películas, sin saber nada, y acabé siendo el mayor distribuidor de películas mexicanas allí. Y conseguí cerrar la mexicana. que tanta lata me había dado. Me quedé con 800 teatros, donde programaba y estrenaba las películas, y vivía entre Los Ángeles y México. Después viene el video y me convierto en el mayor distribuidor de películas mexicanas en EE. UU y de películas norteamericanas en México. Distribuyo para Metro, Columbia…
¿En esa etapa estabas casado ya con Susana Dosamantes?
Me casé con Susana en 1979, que fue cuando agarré a Paulinita, que era Paulina Rubio, y a Enrique y trabajé de 'papá' muchos años con ellos, hasta que un día tuve la mala idea (toda la culpa es mía) de irme con Maribel Guardia, que era la mujer más guapa de México. Estaba haciendo una película para mí y un fin de semana me fui a ver la filmación y… A Susana no le pareció bien (con razón) y me dio otro divorcio… Su anterior pareja, que era el hombre más poderoso y rico de México, quiso hacer de mi cabeza un trofeo de caza. Menos mal que no soy fácil. Intentaron secuestrarme en Santo Domingo y conseguí escabullirme con ayuda del Gobierno español, de Alfonso Guerra y Felipe González que consiguieron sacarme de allí vivo.
Así vuelves a España, pero por poco tiempo, ¿no?
Yo tenía el negocio de las películas de vídeo, pero había mucho "pirata" y me quejé al presidente de Telemundo, Carlos Barba (con el que ya había hecho Todos los días un día, con Julio Iglesias). Entonces me dice: "Vente para aquí y las ponemos legales". Yo no quería, tenía miedo de volver allá, pero me dijo que en Nueva York no iba a correr ningún peligro. Y me fui. Me convertí, prácticamente, en el programador de Telemundo, con un contrato por casi 400 películas, por muchísimo dinero. Pero no me gustaba nada la ciudad, y a Maribel, tampoco, y decidimos mudarnos a Miami.
¿Y en Miami es cuando entras de lleno en el mercado de la televisión?
Yo tenía los Cinemas Lumiere, que los vendí muy bien, y el vídeo, que empezaba a decaer. Entonces apareció de nuevo Carlos Barba, que iba a abrir una nueva cadena y quería que participase. Yo le debía mucho, así que entré. Luego entraron Telecinco y la familia Azcárraga y eso se convirtió en Caribe Visión. Yo tenía un porcentaje, pero no me gustaba como llevaban aquello así que los denuncié a todos y me quedé con el control de la compañía, que tenía un pleito con América TeVe, que gané en 2015 y me dio el control de esta cadena. Yo tenía ya dos canales, Cine Nostalgia y Cine Estelar, con millones de suscriptores y que me daban buenos ingresos y una estructura muy grande que me permitió todo esto.
Y conviertes América TeVe en la televisión de los cubanos en el exilio.
Piensa que todo el mundo puede ver las noticias de su país o región en la tele, en la radio, en Internet… menos los cubanos. Yo fui especializando el canal, queriendo o sin querer, hasta que se convirtió en una influencia política muy grande, tanto que decide la política del sur Florida. Cuando los dos millones de cubanos de Miami cambiaron su voto a Trump, este ganó las elecciones. Yo soy apolítico. Mucha gente se ríe cuando lo digo, pero mi única línea editorial es la que me dé de comer. Pero los 70 periodistas de América TeVe, puede que no sean apolíticos y hacen muy bien; ellos son pro cubanos, su interés es el pueblo cubano. Y el mío tener a los mejores periodistas. De hecho, compré Radio Caracol a Prisa y la convertí en América Radio que, en seis meses, era la número 1 en Florida, con mucha diferencia sobre las demás, otra arma política peligrosa. Y tengo la página de Internet, con más de 2,5 millones de entradas, y Youtube, también con miles de visualizaciones y descargas. Además de los siete canales de televisión.
Y eres propietario de los derechos de buena parte del cine mexicano…
Actualmente soy el propietario de 4.000 películas, tengo el 50 % de la historia del cine mexicano. Si quieres conocer la historia de México en imágenes solo puedes hacerlo a través de mí. Tengo imágenes desde la revolución, la entrada de Pancho Villa al palacio nacional… toda la historia del país. Y una plataforma de profesores de la UNAM que filman todos los fines de semana. Y ahora estamos coloreando también esas películas y convirtiéndolas a HD para poder subirlas a las plataformas. Es carísimo, pero es lo que nutre esos canales.
Supiste siempre adaptar muy bien el negocio a los tiempos, porque es un sector que, como vemos, cambió mucho y muy rápido.
En el mundo del espectáculo, si no tienes capacidad para ver adónde se dirige, estás muerto. De todas formas, al principio no era tan rápido, ahora sí que cambia todos a un ritmo veloz.
Y en toda esta vorágine americana, ¿cómo has mantenido la conexión con Galicia?
He tenido la precaución, y la suerte, de mantener siempre el contacto y no alejarme del mundo español. Yo me levanto y lo primero que leo es El Mundo, ABC, La Voz de Galicia… Mi madre ha sido siempre un faro que ha guiado nuestro camino para no alejarnos mucho. Y mantengo mi residencia aquí, donde están mis raíces y donde permanece mi madre, que quiso ser enterrada en el cementerio de Trasanquelos. Murió en 1993 y allí está enterrada, con su hermano Juan Paco. No quiso ser enterrada con mi padre y yo la entiendo porque yo creo que uno es de donde quiere terminar, donde el círculo se cierra. Espero que sea dentro de mucho tiempo pero yo, si puedo escoger, también querría acabar en el cementerio con mi madre.
(Extracto da reportaxe publicada no número 397 - xuño 2024)
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